Cuento «Migración al sur de mi pasado»
Mayra Pinto
Mayra Pinto
Con la ayuda de unos binoculares trataba de observar un ave muy pequeña. Escuchaba su canto, pero solo podía ver su silueta como saltaba de una palma a otra en zigzag con mucha agilidad, estas palmas tenían forma de abanico, y el ave continuaba alejándose de mí. Pero estoy seguro que me invitaba a seguirla, porque cada vez que me detenía e intentaba localizarla, emitía sus llamados: swee – swee – swee – zee – swee – swee – swee – zee, finalmente la encontraba y continuaba avanzando, persiguiéndola.
La diminuta ave me llevó hasta una pista de aterrizaje que terminé recorriendo casi por completo y ella seguía saltando sobre unos cactus extraños, con flores blancas y una especie de fruto amarillo. Cuando de pronto el ave se quedó quieta, ¡los mosquitos y quizás otras cincuenta especies de insectos me atacaron! ¡Me era casi imposible sostener los binoculares para concentrarme en el ave misteriosa! Me empecé a sacudir y dar manotadas en la cara y eso hizo que el ave se asustara y volara lejos.
Al regresar, miré al suelo y me percaté que por toda la trayectoria de la pista de aterrizaje, había muchas hojas de papel con apuntes y dibujos de aves ¡eran muchos! Vi hacia un costado de la pista y se lograba apreciar el mar, con una cálida y tranquila puesta de sol. De pronto, empezaron a cantar múltiples aves, despidiendo la tarde.
Otra vez había tenido el mismo sueño.
Siempre cuando llega el mes de septiembre, despierto después de ese sueño peculiar. Aunque siento paz, me inquieta el significado que pueda tener… pero a pesar de todo, es uno de mis meses favoritos, después de haber creado mi nidito de amor muy cerca del círculo Polar Ártico, me voy a Nova Scotia en Canadá, y me dedico a comer: sí, a comer y comer, he gastado muchas energías y como todo macho alfa debo consumir mucha proteína, pronto vendrá el invierno, y aunque no me asusta el frío, el alimento allí es más escaso y prefiero viajar a otras zonas más cálidas, al fin y al cabo, para mí no existen las fronteras ni los pasaportes, ¿por qué me debería limitar a vivir en un solo lugar?
Uno de mis lugares favoritos para pasar septiembre es Hartlen Point, me gusta la tranquilidad y su vegetación. También me entretiene observar a los turistas, estudiar su lenguaje corporal y escuchar sus pláticas sin que se percaten de mi presencia. Es muy curioso como los seres humanos expresan algo muy distinto a lo que sus bocas dicen.
Y así, escuchando conversaciones mientras alimento mi cuerpecito, me entretengo, aunque a veces quisiera meterme en la plática y darles mi punto de vista y alguno que otro consejo.
Debo admitir, que en las últimas dos semanas de septiembre incrementé un 70% mi peso corporal, pero eso es bueno, porque estaba a punto de emprender uno de los viajes más extremos hacia América del Sur… La primera vez que fui hace un par de años, como todo novato, tuve malas experiencias, pero siempre los que están a tu alrededor tienen ese instinto bondadoso con que todos los seres de la Tierra nacemos, y que solo estamos esperando la oportunidad para manifestarlo.
Viajar es una de las actividades que más flexibilidad mental provoca en cualquier ser, aunque la movilidad genera cierta incomodidad, al fin y al cabo salir de la zona de confort a cambio de visitar otras regiones y conocer otros horizontes, vale la pena.
Pero bueno, como es costumbre, me había preparado durante varias semanas para ese viaje que realizo todos los años hasta llegar a Sur América: un viaje de más de 4000 km con una sola escala… todo depende de cómo «se vayan dando las cosas». Creo que lo importante es tener una dirección hacia una meta, pero no ser rígido con ello, muchas veces improvisar es realmente desafiante y satisfactorio.
Durante septiembre, en Canadá me dedico básicamente a comer y aumentar de peso, esa grasita abdominal me sirve no solo para parecer sexy, sino también para estar preparado para el esfuerzo físico que lleva todo este traslado.
Me gusta viajar en octubre porque al igual que yo, millones de chipes junto a otras aves de mayor tamaño migramos hacia el sur, en busca de regiones con mayor disponibilidad de alimento. Los observadores de aves de esos lugares nos esperan con ansias, y al ver uno de nosotros, nos presumen en sus redes sociales, y ¡hasta pareciera que compitieran por ser el primero en vernos!, entonces nos esperan con gran expectativa, fotografían y es todo un espectáculo.
Aunque me gustan las fotografías, a veces siento complejos por mi cabeza parcialmente negra… pero luego recuerdo que son complejos de humanos y lo gestiono de mejor forma.
¡Tengo la seguridad que en una vida pasada fui algún humano! Es que constantemente pienso en el futuro, en el pasado, me preocupa mi apariencia y la aprobación de los demás…
¡Me pregunto qué clase de humano he de haber sido!…
Sin maletas ni GPS, solo con mi reserva calórica, mi reloj biológico y una especie de brújula magnética o antena interna, me dispuse a viajar hacia el sur la primera semana de octubre.
Siempre procuro viajar durante la noche, cuando hay menor actividad de los depredadores, las corrientes de viento son más suaves y la luna y las estrellas sirven de guía, pero las luces de los edificios me desorientan por completo. El año pasado, recuerdo haber chocado contra el cristal de una de las ventanas de la PNC Tower y me tocó detenerme obligatoriamente a reponerme. Nunca me había detenido en Louisville, Kentucky y recuerdo que sentí como si ya hubiera vivido toda una vida allí.
Durante mi viaje sobre el mar, viajo tanto de noche como de día, me deshidrato más rápido pero aparte de que no hay donde hacer escala, son necesarias las corrientes de aire caliente para elevarnos a mayor altura y así avanzar a mayor velocidad para llegar rápido a un lugar donde comer y reponer energías.
Viajamos en equipo, y las aves que ya tenemos cierta experiencia, con nuestras vocalizaciones guiamos a otras aves que migran por primera vez.
Era un 8 de octubre y después de 72 horas de vuelo continuo, habiendo recorrido más de 3,000 km sin escalas, decidí reabastecerme únicamente durante un día en República Dominicana. Y mientras buscaba arañitas en un sendero llamado Rabo de Gato, presencié una conversación entre un señor de unos 70 años que aconsejaba a un joven:
—La juventud hoy en día es muy materialista, piensan que al final de la vida todo estará vacío y piensan que la felicidad es gozarse la vida lo más rápido posible, sin pensarlo mucho.
—Creo que to’ el mundo teme a la muerte, ¿no? ¿Acaso es pecado buscar la felicidad?
—Na’ mi hijo, no tiene nada de malo en eso. Al contrario, el propósito fundamental de nuestra vida, es buscar la felicidad, sin embargo los placeres inmediatos y toda la vaina material, no te la brindan, te alejan de ella. En cuanto a la muerte, no hay que temerle, al igual que una máquina que deja de funcionar, cuando este cuerpo deje de hacerlo, nuestra alma espiritual obtiene otro cuerpo.
—¿Tú me estás hablando de la reencarnación?
—Así es, pero no siempre es en otro ser humano, todo depende de la Ley del Karma que tipo de entidad viviente se te dará.
—¿En qué tipo de seres puedo reencarnar? ¿Tú te imaginas si yo me convierto en un Guanacaste o algo así?… —dijo el joven un poco incrédulo.
—Todo depende de tu evolución espiritual: mediante nuestros pensamientos y acciones preparamos nuestro siguiente cuerpo, ya sea superior o inferior… que va desde un pez, una planta, un insecto, un ave, un mamífero o algún humano.
—Pero ven acá, ¿tú cómo puedes estar tan seguro que hay esa continuidad?
—Mira, tu personalidad se manifestará en tu nuevo cuerpo. Cuando morimos, llevamos nuestros planes con nosotros y precisamente pa’ ejecutar esos planes, recibimos otro cuerpo.
—Pero, ¿cómo se manifiestan esos planes?
—De varias formas, a veces como habilidades especiales o talentos natos, pero también, cuando soñamos, allí se ve reflejado lo que hemos sido en vidas anteriores o quizás lugares o personas que hemos conocido en vidas pasadas.
Aquella conversación me afectó como ninguna otra. Salí prácticamente «sin rumbo» de aquel parque. Si lo que aquél señor decía era cierto, ¡todos los lugares que me han parecido conocidos (como Louisville), entender el idioma de los humanos y los sueños que he tenido, podrían tener algún sentido.
Continué volando sin percatarme que ya había salido de la isla La Española. Debí esperar hasta el día siguiente para llegar de un tirón a Colombia, pero de lo desconcertado que estaba, no medí las consecuencias.
Ahora estaba casi seguro que había vivido en el cuerpo de un humano de forma muy superficial, por lo que reencarné en un ser inferior: un ave.
Cuando vuelva a reencarnar en un humano viviré de otra forma: quisiera vivir sin miedo a morir, buscando la felicidad en mi interior y manifestando el don natural de la bondad en todos los seres de este planeta.
Pensando en ello estaba, cuando vi como a lo lejos se veía una especie de masa de aire en espiral, estaba claro que era un huracán, pero no lo quería creer, ya había escuchado muchas historias que ni siquiera los azacuanes logran huir a tiempo cuando se divisa uno de estos fenómenos a lo lejos.
Regresar no es una opción, ¿acaso debo rodear a la izquierda? ¿O a la derecha? o irme de frente ¡no, esto último es descabellado!, pensé.
¡«Tin Marín» y a la derecha! Empezaba el atardecer y no había tiempo para tomar una decisión porque en cuestiones de sobrevivencia el uso de la razón es totalmente inútil.
Traté de elevarme a unos 3000 m de altura, y mi velocidad estoy seguro que superaba los 60km/h. ¡Era mi vida la que estaba en juego! Así que avancé todo lo que pude, pero el viento cada vez se tornaba más agresivo, sentía como me desestabilizaba, apenas podía abrir las alas cuando gotas congelantes sentía que perforaban mi cuerpo, solo sé que cerré los ojos… y lo último que recuerdo es que no me quedó más que «dejarme llevar».
Otra vez volví a tener aquel sueño recurrente en el que aparezco tratando de observar un ave muy pequeña. El sol era ardiente y quemaba cada centímetro de mi cuerpo, solo podía escuchar el canto del ave y ver su silueta como saltaba de una palma a otra en zigzag con mucha agilidad, alejándose de mí; y cuando de pronto la diminuta ave se quedó quieta, logré ver que es de color amarillo pálido y sus alas de un gris oliva. Pero la sed era insoportable, así que me acerqué a la playa para beber agua, y en el reflejo vi un rostro, pero con mi vista nublada solo distinguí un señor de edad avanzada, con poco cabello. Sentí arena en mi rostro y me empecé a sacudir y dar manotadas en la cara y eso hizo que el ave se asustara y volara lejos.
Apenas pude abrir los ojos después de aquel sueño, pero todo era muy brillante debido al sol, parpadeé pero casi no hubo diferencia. Después de un rato sentí un fuerte deseo de quedarme dormido, quizás para siempre, pero sentí un picotazo en la espalda, luego otro, y otro hasta regresé en mí de aquel sueño profundo.
Abrí los ojos completamente sin poder levantar la cabeza y era una hermosa ave, ¡la misma de aquel sueño recurrente! Por un momento pensé que seguía dentro del sueño… pero luego comprendí todo: el huracán me había llevado hasta una isla desierta, curiosamente con poca playa con arena, casi todos sus contornos eran rocosos, yo tuve suerte de caer sobre una acolchonada capa de verdolaga de playa, la cual debió amortiguar mucho mi caída.
—¡Me llamo Vitellina! ¿Y tú? —dijo con mucha energía aquella preciosa ave realmente salida de un sueño.
—Tengo muchos sobrenombres… —le dije un poco desconcertado y de forma pausada continué—: Los norteamericanos me llaman Blackpoll warbler, en el caribe Reinita, Cigüita o Bijirita de Cabeza Negra, en Centro América Reinita o Chipe Cabeza Negra, en Sur América: Reinita Estriada o Rayada, y mi favorito: Arañero Estriado.
—Pues por lo lento que hablas te llamaría Pájaro Bobo, pero aquí ya hay alguien a quien llamamos así, se la llevan anidando en casi todo el perímetro de la isla… así que ya te buscaremos un apodo más acertado para ti. Varios te daban por muerto, pero yo he venido frecuentemente y notaba tu respiración, he peleado con una Garza Ganadera y hasta con dos iguanas que te han querido cenar, pero no se los he permitido.
Aunque era agradable, mi mente seguía desorientada, solo pensaba en que quería beber agua. Estaba muy delgado y con pocas energías.
Vitellina me llevó hasta una pequeña laguna cerca de una especie de base militar abandonada, me presentó a todos en aquella isla, y mientras comíamos en un mangle botoncillo, me cantaron muchas anécdotas de aquella isla, que aunque parecía semiárida, tenía impresionantes especies de flora y fauna. Al día siguiente me llevó a recorrerla y logré identificar la palma del sueño recurrente en que Vitellina se desplazaba en zigzag, así como aquellos cactus de flor blanca y frutos amarillos.
Me llevaron hasta unas zonas de coral emergido fosilizado y me explicaron cómo habían emergido debido a movimientos tectónicos, aquel paisaje era realmente espectacular por su aspecto singular, nunca había visitado una isla con esas características. El sonido de las olas al golpear esas formaciones, me resultaba muy relajante.
Cuando le comenté mis planes de quedarme en aquella hermosa isla me dijo:
—He hablado con los demás y la verdad aquí, ¡ya somos suficientes!, además se rumora que construirán una cárcel y todo cambiará por completo, algunos que ya han viajado están pensando en irse a Islas Caimán, en mi caso, allá tengo primos, pero ¡nunca he salido de aquí!
No podía creer lo que me estaba diciendo. Estoy seguro que solo me lo dijo para animarme a continuar con mi viaje planeado. Entonces le expliqué mi inseguridad:
—No estoy seguro de continuar mi viaje hacia Colombia, me faltan más de 1500 km.
—El miedo te paraliza y la indecisión te roba el tiempo —dijo empujándome y explicándome que debía continuar en dirección sur-este y que encontraría varias islas pequeñas antes de llegar a Colombia—. ¡Todos los años que migres, serás bienvenido y puedes pasar reabasteciéndote por aquí!
Así que agarré valor y salí desde Smith Bay. Cuando volví la cabeza hacia atrás leí en un rótulo un poco descuidado que decía «Bienvenidos al Apostadero Naval ISLAS DEL CISNE Fuerza Naval Honduras».
Y ella gritaba:
—¡Recuerda hacia el SUR-ESTE!
Seguí las instrucciones, y después de poco trayecto de vuelo, divisé tres pequeñas islas así que supuse que iba en la dirección correcta.
Seguía con sed, así que descendí y encontré un bebedero de colibrí, bebí el agua de allí y creo que estaba fermentada porque sentí el famoso «helicóptero» ya que me sentía muy mareado.
¿Vitellina había dicho Este u Oeste?
La última vez (en el huracán) giré hacia el oeste y me funcionó, entonces seguí esa dirección.
Llegué hasta un pueblo pintoresco, en sus alrededores abundaban las fincas de café, y el centro del pueblo delataba que los españoles «pasaron» por allí hace unos 500 años, sus calles empedradas, bastante olor a café recién tostado y un clima agradable. ¡Estaba seguro que había llegado a Colombia! Hasta que llegué a un lugar llamado «Casa de la Cultura de Santa Rosa de Copán».
En uno de los rótulos decía «Taller Literario», al parecer era el fin de varias sesiones. En sus mesas había infinidad de libros de muchos autores y géneros literarios…
El instructor había reservado la pregunta «¿por qué están aquí?» para la sesión final, así que les dijo:
—Quiero saber ¿por qué vinieron aquí? y ¿cómo se van de aquí?
Algunos comentaron que se habían matriculado porque estudiaban algo relacionado a la literatura, otros eran lectores apasionados, alguien confesó que entró por equivocación ya que en el rótulo había leído «taller culinario», una persona simplemente tenía lo que se llama «psicosis del domingo»: trabajaba demasiado durante la semana, que el único día libre que tenía, no sabía qué hacer con él. Otros dos admitieron que entraron con la esperanza de conocer el amor de su vida. Todos eran ignorantes en distintas áreas y a la vez expertos en otras, había una combinación de energías que resultaba en ondas de un nivel peculiar.
Durante todas las migraciones he visitado muchos países y lugares muy lujosos y «desarrollados» pero aquel espacio con estructura antigua y muebles sencillos, en cada una de sus aulas estaba impregnado de una mezcla de personalidades que lo volvía interesante y único. No cabe duda que el recurso más valioso de una región son sus personas.
Todos coincidieron en que aquel taller había significado un antes y un después en sus vidas, para algunos en mayor o menor medida.
Intercambiando ideas sobre ello estaban, cuando llegó una joven, apresurada, con una gorra y zapatos tipo burro enlodados, el maestro que parecía nunca sorprenderle nada, la vio y dijo:
—Sabía que llegarías tarde.
A lo que ella respondió:
—Lo siento, ¡Feliz día de las aves migratorias!
Parecía que solo él entendía, y los demás permanecían extrañados. Buscó un asiento libre, colocó sus cosas sobre la mesa y… ¡Un Momento!
En uno de sus libros, había uno con tapa color celeste de 1968 de casi 1000 páginas cuyo nombre decía: «A Distributional Survey of the Birds of Honduras» (Un estudio distributivo de las aves de Honduras), me acerqué y la fotografía del autor de aquel libro, era un hombre mayor, con rostro afable y poco cabello. ¡Era el mismo que pude ver en el sueño cuando vi mi reflejo en el agua!…
El cuento anterior está inspirado en dos especies de aves consideradas como “casi amenazadas” en la Lista Roja de la UICN, el cuál es un indicador crítico de la salud de la biodiversidad mundial.
El personaje principal es el Chipe Corona negra o Blackpoll Warbler (Setophaga striata) es un chipe migratorio que realiza una sorprendente migración y la más larga de todos los chipes de América del Norte, algunos individuos viajan más de 8,000 km desde Alaska hasta Brasil; parte de la ruta migratoria de otoño es sobre el Océano Atlántico desde el noreste de Norte América hasta Puerto Rico, Antillas Menores o el norte de América del Sur. Este chipe es capaz de recorrer más de 3000 Km sin escalas de hasta 88 horas. Hay registro de individuos “vagabundos” en el occidente de Honduras posiblemente alejados de su ruta debido a huracanes y otros fenómenos que les obligan a desviarse.
El ave que inicialmente aparece en el sueño recurrente, y posteriormente en la isla, es el Chipe Caribeño o Vitelline Warbler (Setophaga vitellina) un chipe que solo se encuentra en Islas Caimán e Islas del Cisne (Honduras) y una de sus subespecies: Setophaga vitellina nelsoni es endémica (exclusiva) de Islas del Cisne, hábitat que se pretende destacar en el cuento y que alberga las especies de flora sutilemente mencionadas en el cuento, como la palma Coccothrinax jamaicensis y el cactus Harrisia eriophora especie de consideración especial por ser rara y en peligro de extinción, entre otros.
El personaje que podría haber reencarnado en el Blackpoll warbler es Burt Leavelle Monroe, Jr. considerado “Padre de la Ornitología en Honduras”. Nació en 1930 en Louisville, Kentucky, fue un destacado ornitólogo y científico que visitó muchos lugares de Honduras en busca de aves, incluyendo Islas del Cisne y autor del libro mencionado en el cuento.
Quiero expresar mi más sincero agradecimiento al Lic. Jairo Mejía Rodríguez, escritor hondureño fundador y director del sello “Guancasco Editorial”, por cada una de sus invaluables enseñanzas en el taller de literatura en la rama de narrativa y poesía, brindados en la Casa de la cultura de SRC en conjunto con la Comisión Permanente de los Juegos Florales de SRC y el Centro Cultural de España en Tegucigalpa. A los compañeros de dicho taller y ahora amigos. Y en general, a toda la comunidad pajarera que no conoce fronteras, clases sociales, religión, ideologías etc.
Muy bonita historia, muy bonita.
Gracias por leerlo Daniel! Y por todo el contenido que difundes sobre Islas del Cisne.
Que gran viaje!! gracias por compartir esta bonita historia. Justamente recordé la charla que brindó D. Germer durante el Festival de Aves Marcala 2019.
Gracias por leerlo Isis! Me alegro que haya sido de su agrado =)
Me hubiera gustado estar en ese festival… ¡Espero poder estar en alguno de los futuros festivales de aves que usted organice!
¡Wow! Simplemente hermoso. Un mensaje potente. Una protesta inspiradora. Has traducido el canto, has comenzado el grito por la conservación, si dejamos que pasen los años Vitellina y Blackpoll solo serán un recuerdo en este cuento.
¡Gracias por tus palabras Nicolás! Me alegro conocer la interpretación que has hecho =)
Comparto tu opinión en «si dejamos que pasen los años Vitellina y Blackpoll solo serán un recuerdo en este cuento», realmente es nuestro deber hacer desde nuestras trincheras, lo que esté dentro de nuestras posibilidades. Éxitos en cada una de las luchas que realizas en pro del ambiente.
Que hermoso cuento nunca había viajado por medio de la historia de un ave migratoria. Felicidades.
¡Muchísimas gracias!
Me alegro que haya sido toda una aventura leer este cuento =)