Poema «Eterna primavera»

Autor: Walter Rivera

Respiran en estas tierras
enormes ríos y arboledas,
sabios senderos en empinadas sierras,
esperanza de vida entre nieblas guardadas.
Respiran en estas tierras
verdes montañas entre lluvias abrigadas;
antaño amor, de tres almas enamoradas.

Diamante verde que engalana occidente.
Eterna primavera y musa omnipresente.

Bosque nublado, santuario de pinos.
Idílico jardín de orquídeas adornando caminos,
orquesta de pájaros en la cumbre de encinos,
salto de Santa Lucia entre laureles divinos.
Faro de luna que emerge en el cerro Las Minas.
Endémicas salamandras y guacamayas ancestrales.
Refugio de venados, esmeralda de colibrí, invierno de golondrinas;
albas que despiertan con serenata de zorzales.

Casas de vieja arquitectura bajo un cielo de cristales,
atardeceres eternos entre antañonas catedrales,
calles empedradas con memorias coloniales;
identidad inmortalizada en vivencias culturales.
Quedaran tus huellas viviendo en la esperanza de cada día
Umbral de civilización que, entre cavernas dormía.
Eclipse de realeza entre ópalos y cauces de agua fría.

Pharomachrus mocinno (Quetzal mesoamericano)

Amazilia luciae (Colibrí Esmeralda Hondureño)

Legado de generaciones legendarias,
equinoccio mitológico de tradiciones y costumbres.
Madre selva, tus venas verdes son necesarias;
prospera tierra donde emergen imponentes cumbres.
Inspiración de poetas, alma gemela de la alfarera;
recetas de manos lencas siempre habrán en la hoguera,
ambrosias de frijol y maíz cuelgan de tu larga cabellera

Suspiro de la mañana en los hombros del campesino.
Éteres de esta tierra en las manos de cada hombre;
Ñacurutú de espacios celestes forjando su destino,
oráculo de estos bosques con hazañas de renombre,
reflejo del indómito cacique de linaje divino.

Damas verdes vestidas con radiantes flores,
esmeraldas emanando vida en cada amanecer.

Lilas que desnudan el cielo con sus bellos colores,
azucenas que en el otoño no dejan de florecer.
Sagradas creaciones hechas con mil amores.

Madre selva, a ti, a ti mis letras van dedicadas;
ofrendo mi amor, que mi defensa por ti nunca muera.
Náyade que cargas en tus brazos tres almas enamoradas,
tres almas lencas respirando en esta cordillera.
Aurora inocente ostentando realeza, cautivando miradas,
ñacundá del infinito universo, eterna y bella primavera.
Abrasemos a la madre selva, escuchemos sus llamadas.
Somos el fruto de esta tierra, somos hijos de esta biosfera.

Walter Rivera

Este es un poema con una estructura de 8 estrofas desiguales. Escrito con rima y metáfora en su desarrollo. También es un acróstico, en el que la primer letra de cada verso es una letra del nombre de nuestra biosfera.

En el mismo se destaca la riqueza natural y cultural que poseemos en la Biosfera Cacique Lempira Señor de las Montañas, valores de protección a nuestra flora y fauna, la biodiversidad natural, el patrimonio tangible y no tangible, nuestros grupos étnicos y el compromiso del hombre por cuidar y fomentar los buenos hábitos de protección a la madre tierra.

En cada estrofa se describe la biodiversidad, patrimonio tangible y no tangible, trata sobre el legado en cuanto a vivencias culturales; describiendo también al hombre lenca y lo que es para la biosfera, así como la belleza de cada mujer en esta biosfera.

La última estrofa es un compromiso de cada habitante de esta reserva «Cacique Lempira Señor de Las Montañas» para defenderla, para cuidar su patrimonio, para que escuche el llamado de la madre selva y hacer conciencia.

Walter Rivera López  es un joven pintor y poeta autodidacta, originario del municipio de San Manuel Colohete, en el departamento de Lempira, Honduras.

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